Tras superar la cresta de la inflación, 8.7 en agosto pasado, no vista en 22 años, vino un momento de esperanza y optimismo con la tendencia a la baja de septiembre a diciembre, orientación que se rompió en la primera quincena de este año cuando saltó .46 por ciento, la cuesta más empinada de un enero desde 2002, y anualizada a 7.82, rebasando la de 2022, lo que acabó con el embrujo del discurso oficial.